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Versión completa: Pachita curandera México, curas imposibles de la mexicana
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La chamanería o la curandería mexicana es un arte antiguo, una sabiduría transmitida desde generaciones inmemoriales que han marcado la cultura tanto mexicana como latinoamericana. Es un punto de referencia obligatorio en cuanto a las curas naturales con hierbas y plantas medicinales. Involucra, por supuesto, la magia, invocaciones a espíritus condensados en su propia sabiduría étnica. Uno de los casos más conocidos internacionalmente es el de Pachita curandera México, curas imposibles de la mexicana que han sorprendido al mundo entero.

 
La historia de Pachita
 
Bárbara Guerrero, el nombre de nacimiento de Pachita, era conocida por los métodos que empleaba para intervenir a quienes asistían enfermos, físicamente, a su consulta. Parte de las curaciones se basaban en los viajes astrales realizados por medio de la oración, así como en la búsqueda del yo interior que reside en el espíritu.
 
Según un investigador reconocido que estudió a Pachita y su técnica, aparte de servirle de materia, Zylberbaum describe que la famosa curandera era capaz de modificar la láttice, una parte de nosotros mismos que contiene íntegra, la información de todo el universo, a través de la síntesis de energía.
 
Los estados de conciencia alcanzados por Pachita y sus consultantes, que le servían de materia, llegaban a un punto entre la percepción y la realidad que podía transformar sus propias situaciones, desde el interior: su ser espiritual.
 
Los poderes de curación de Pachita
 
Una de las más grandes chamanes de México, una mujer que colocó sus dones y capacidades extraordinarias de dominio tanto de la materia como de la energía, gracias a los estados de conciencia que alcanzaba. De hecho, tal era su capacidad transformadora que, curaba con la imposición de las manos y nada más.
 
Una de las experiencias más impresionantes y de las cuales, se cuenta con el testimonio de sus pacientes, es que era capaz de hacer aparecer órganos para ser transplantados. También hacía aparecer objetos, gracias a esa precisión del uso de la láttice entre el tiempo y el espacio.